Los biorrollos están fabricados a base de fibras vegetales (esparto y paja), y se colocan en las cárcavas, perpendicularmente a las líneas de escorrentía del agua en la ladera. Actúan de filtro, reteniendo en un alto porcentaje los nitratos del agua que los atraviesa, así como buena parte de los sólidos arrastrados, minimizando así los procesos erosivos y la pérdida de suelo fértil. Constituyen, además, el soporte y el refuerzo necesario de la vegetación para ámbitos semiáridos como los que nos encontramos.

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